A pesar del punto de inflexión que supuso la pandemia, las oficinas mantienen su atractivo para los inversores siempre que cumplan las nuevas exigencias de la demanda
Según datos de Savills Aguirre Newman, el mercado español de oficinas cerró el último ejercicio previo a la crisis del covid-19 con una cifra récord de más de 4.300 millones de euros en inversión, casi el doble de valor de los activos transaccionados el año anterior. Pero la pandemia supuso un punto de inflexión para este mercado, truncando la dinámica positiva de los años anteriores.
Sin embargo, los últimos años han demostrado que las oficinas siguen siendo un activo valioso para los inversores. Contar con una sede principal donde los empleados puedan desempeñar su labor aporta un valor significativo a las compañías. Una presencia física en una oficina facilita una mayor asimilación y penetración de la cultura corporativa, fomenta la colaboración y el intercambio de ideas, y fortalece el sentido de pertenencia entre los empleados.
Pese a esa prevalencia de las oficinas, el teletrabajo sí que ha dejado huella en cómo se aproximan las compañías y los inversores a este segmento del mercado inmobiliario, modificando las condiciones que los empleados demandan en sus espacios de trabajo y cambiando las necesidades de los clientes.
Hoy en día, las oficinas deben estar bien ubicadas, ser modernas y ofrecer un alto nivel de confort. No en vano, según un informe de Savills, el 70% de las empresas considera que la ubicación es un factor determinante para la elección de sus oficinas. La accesibilidad y la proximidad a servicios y transporte público son factores clave para atraer y retener talento. Acudir a la oficina tiene que ser algo ágil en tiempo, cómodo y que aporte una experiencia adicional y de valor respecto al trabajar desde casa. Si lo único que cambia para el empleado es el lugar desde el que va a desempeñar su labor, la oficina se convierte en un activo poco interesante.
A estas demandas se suma la creciente importancia de la sostenibilidad. Las normativas y la adopción de políticas ESG en las empresas ha empujado a las compañías a exigir que sus oficinas cumplan esos estándares. Esto incluye la implementación de prácticas de eficiencia energética, el uso de materiales ecológicos y la obtención de certificaciones como BREEAM o LEED, especialmente en el caso de empresas de mayor tamaño que cuentan con políticas internas de cumplimiento más estrictas.
La sostenibilidad no solo es una cuestión de cumplimiento normativo, sino también una estrategia para reducir costes operativos a largo plazo y mejorar la imagen corporativa. Igualmente, los activos que cumplen con los criterios de sostenibilidad son susceptibles de ser financiados además de obtener condiciones favorables.
En este escenario, el mercado de oficinas en España sigue mostrando signos de recuperación y dinamismo. En el segundo trimestre de 2024, la inversión en oficinas superó los 825 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 13% en comparación con el año anterior. Un incremento que refleja el interés continuo de los inversores por este segmento, impulsado por la demanda de espacios de alta calidad y bien ubicados.
Además, el proceso de normalización de tipos iniciado este verano por parte del BCE ha mitigado las correcciones al alza en las prime yields de oficinas, que se sitúan ahora en máximos desde el inicio de la escalada: 4,85% en Madrid y 5% en Barcelona. Sin duda, este entorno de estabilidad económica y financiera es propicio para la inversión en activos inmobiliarios, especialmente en el segmento de oficinas.
En definitiva, el mercado de oficinas en España sigue siendo un segmento interesante para invertir, siempre y cuando se tengan en cuenta las nuevas exigencias de sostenibilidad, modernidad y ubicación. Adaptarse a estas tendencias no solo es una necesidad, sino una oportunidad para crear espacios de trabajo que impulsen el éxito, la innovación y la competitividad de las empresas en el futuro.
Las oficinas no solo deben ser vistas como un lugar de trabajo, sino como un activo estratégico que puede contribuir significativamente al crecimiento y desarrollo de las compañías. La inversión en oficinas sostenibles y bien ubicadas no solo responde a las demandas actuales del mercado, sino que también prepara a las empresas para enfrentar los desafíos futuros en un entorno laboral en constante evolución.